Para esta edición de 3colibrís, visitamos la Finca del Medio en Cimaguey, provincia de Sancti Spíritus en Cuba, la familia Casimiro nos demostró que no existe nada más revolucionario que desarrollar la agricultura familiar y alimentarte de lo que tu cultivas. Tras una de las peores crisis económicas y alimentaria de la historia cubana, los Casimiro volvieron a sus raíces, al campo, convirtiéndose en un referente mundial en agroecología y permacultura, está familia trabajadora nos enseña como con visión y disciplina se puede hacer germinar vida sin químicos aún en la tierra más difícil. José Antonio padre, Misleidy (la madre), José Antonio hijo, Leidy, Chavely, Lisandra y los chicos José Antonio nieto y Darío, trabajan en equipo para garantizar que en la Finca nunca falten las cosechas, a pesar de las temporadas de verano e invierno.

La agricultura en Cuba, otro mundo.

Para comprender la labor de la familia Casimiro en la Finca del Medio, es importante entender cómo funciona la ruralidad en Cuba. Desde la Revolución, Cuba ha desarrollado ciertas particularidades respecto a Latinoamérica ligadas a las formas de tenencia de la tierra y la presencia del Estado en la agricultura, a la vez que guarda similitudes con la región, como la importancia del maíz y el frijol en la dieta de los cubanos y la prevalencia de la agricultura familiar.

La Reforma Agraria fue un eje central de la Revolución, desde 1959 el gobierno inició un arduo proceso de distribución de tierras, algunas tierras fueron confiscadas a sus dueños con el propósito de reducir la desigualdad entre terratenientes y campesinos, si bien se trató de un proceso violento de expropiación de tierras, también es cierto que actualmente Cuba tiene uno de los índices de concentración de tierras más bajos de la región y no existe una sola persona que no tenga vivienda en la isla.

La educación y la salud fueron otro pilar de la Revolución, según nos contaban los cubanos, la educación es obligatoria hasta bachillerato y todo estudiante debe prestar servicio social en el campo de manera obligatoria, de este modo, todo cubano y cubana sabe lo que significa trabajar la tierra, lo que hace que los cubanos tengan una relación particular con la tierra. Por otra parte, la salud es gratuita y de calidad, Cuba tiene fama a nivel mundial para la calidad de sus médicos y el servicio que prestan en los hospitales estatales.

Hasta la caída de la Unión Soviética, Cuba podía solventar su demanda de maquinaría y alimentos con apoyo de esta potencia, pese al bloqueo de Estados Unidos. Con la caída de la URSS, a inicios de los años noventa, Cuba enfrentó su crisis económica y alimentaria más fuerte de su historia reciente, a las familias cubanas las costaba siquiera alimentarse, a pesar de los subsidios que ofrecería el Estado. Según Leidy Casimiro, en 1989, el 78% de la superficie cultivada se encontraba en manos del Estado, el 10% pertenecía a las Cooperativas de Producción Agropecuaria y el 12% restante a las Cooperativas de Créditos y Servicios y a los campesinos individuales, siendo los campesinos quienes preservaron las prácticas agrícolas tradicionales y conservaron e mayor medida sus sistemas agrícolas.

Todo este contexto, llevó a la familia Casimiro a dejar todo en la ciudad e irse a vivir a la finca de los abuelos de José padre, en Cimaguey para garantizar su alimentación. Con la salud, vivienda y educación cubierta la familia se dedicó de lleno a aprender sobre la agricultura, una actividad que nunca antes habían desarrollado, así en 1993 la familia llegó a la Finca del Medio sin tener luz, ni cocina, ni “suelos aptos para la agricultura”.

“No es el lugar es la persona”

Un aprendizaje que queda tras visitar la Finca del Medio es que las transformaciones reales se dan de abajo hacia arriba, desde la capacidad que tiene cada persona de construir con el otro, de pensar globalmente y actual localmente, cómo cada uno de nosotros puede ser actor de cambio en un sistema mundial en el que el cambio climático afecta negativamente la producción de alimentos y la desigualdad se hace cada vez mayor.

Existen mil y una excusas para decirle NO a la agroecología, “que toma tiempo recuperar los suelos cuando se han acostumbrado a los químicos”, “que inicialmente es costoso e implica más trabajo hacer control de plagas sin agrotóxicos”, etc., es por esto que la agroecología se convierte en un proyecto de vida, se necesitan muchas agallas y convicción para iniciar un sistema agroecológico como lo hicieron los Casimiro, “Nosotros lo pasamos mal en un principio por las expectativas que teníamos, pero, lo bueno es que la comida desde el comienzo la teníamos”, cuenta José padre.

Quienes tienen esta apuesta de vida saben que una vida dedicada a la agroecología puede tener un impacto que perdura por generaciones, además, la alimentación se convierte en la mejor medicina y la agricultura familiar estrecha los lazos y da sentido a la existencia de cada miembro, “cuándo solo te motiva el dinero es difícil que funcione, esto debe ser un proyecto de vida, no cualquiera es campesino ese es un título que hay que ganarse, a veces cuentan como campesinos o como población rural a un mundo de gente que ni siquiera quiere estar ahí y ni quiere producir”, afirma José Padre.

Lo que comenzó para los Casimiro como una fantasía se ha convertido en un proyecto de vida que ha inspirado a visitantes de todo el mundo, demostrando que los cambios comienzan por uno mismo, las excusas sobran, pero, faltan las manos para trabajar en esta casa común que es el planeta tierra. En medio de monocultivos de tomate y con suelos difíciles para trabajar la visión de los Casimiro y su trabajo constante han logrado lo que muchos veían como improbable, desarrollar agricultura sin una gota de químico, tener la casa soñada y vender su producto estrella, la leche.

En familia la permacultura es más efectiva.

Dicen los maestros de la agroecología que la agricultura orgánica debe trabajarse en familia. Siendo niños, Leidy, José hijo e Chavely tuvieron que irse a vivir al campo. Sin embargo, el amor que José padre tenía por el campo rápidamente contagió a sus hijos, quienes aprendieron a amar las dinámicas de la finca y vieron en la Finca del Medio el mejor lugar para aprovechar sus capacidades y cumplir sus sueños. Leidy la hija mayor, se ha dedicado a la investigación y experimentación en los sistemas productivos y tiene un Doctorado en Agroecología en cuyo objeto de estudio fue la resiliencia socioecológica de los sistemas familiares, con la Finca del Medio como modelo para el estudio de caso, José hijo se ha especializado en las operaciones que se llevan a cabo en la finca e Chavely, que estudió artes, se ha dedicado el diseño de las construcciones, que van desde la casa donde vida la familia, hasta los biodigestores que abastecen los sistemas productivos.

Cuando cada persona de la familia encuentra un espacio para proponer y hacer libremente, el sistema productivo funciona a la perfección. Además, “la ventaja de la agricultura familiar de permacultura, la competencia desleal no se da, lo que tú no puedes hacer el otro si puede, es un complemento y un entendimiento que te llena de alegría”, afirma José padre.

Según la teoría de la agroecología, la finca familiar es el modelo más efectivo para preservar las tradiciones de los territorios y alimentar al mundo de manera sana y diversa. La Finca del Medio es un ejemplo de agricultura familiar consolidada integrada al sistema comercial a través de la venta de excedentes alimenticios al Estado, especialmente de leche, “en la finca tenemos para alimentar un pueblo, con la harina de yuca hacemos pizza, pan y comemos como reyes” Cuenta José padre.

Hacer mucho con poco, es de cubanos ser creativo.

El bloqueo de Cuba ha convertido a los cubanos en personas supremamente recursivas, que como decimos en Colombia “las que no saben se las inventan”, este rasgo sumado a los principios de la agroecología y la permacultura han permitido a la familia Casimiro desarrollar estrategias para trabajar la tierra de manera exitosa en un suelos difíciles y altamente expuestos a temporadas de sequía.

“Una forma de multiplicar un metro de tierra es la teoría de la permacultura porque une muchos criterios sociales y agrícolas de manera eficiente, si tu nada más siembras plátano y conviertes el plátano en el negocio para comprar el arroz y comprar los frijoles, pues además de tener plagas y de ser muy vulnerable porque en un año en que perdiste plátano no comes arroz, tu pierdes la diversidad, a lo mejor dentro del plátano se dan muy bien las gallinas o puedes tener un cafetal, hay muchas cosas dónde tú puedes multiplicar el espacio con tu huerta donde tú la atiendas a mano puedes hacer la finca más productiva, para hacer permacultura, para una familia dos hectáreas es más que suficiente,  es bastante tierra para trabajar”, cuenta José padre.

Para mitigar la temporada de sequía, en la finca la familia ha creado un impresionante molino de viento con una profundidad de 26 metros, y en época de lluvia tienen enorme pileta que ocupa 5 hectáreas, entender las dinámicas del entorno le ha traído grandes beneficios a la familia y ha cambiado su forma de ver la vida, entendiendo que todo en este universo está conectado.

Ofrecer valor agregado a tus productos es la mejor manera de hacer sostenible un sistema agroecológico “si tú en vez de vender guayaba vendes mermelada o plátano en pie y vendes dulce de plátano es decir, le agregas todos los valores generas empleo a otros de la casa y a otro se le ocurre hacer un fogón bueno hacer mermeladas o así”, además, en la Finca del Medio, puedes realizar ecoturismo, probar la gastronomía tradicional cubana, descansar, aprender de agroecología, investigar, hacer voluntariado en la finca, compartir con la familia, degustar el delicioso café cubano y visitar otras fincas cercanas.

Un sistema agroecológico debe promover la investigación

La FAO en varias ocasiones ha demostrado que la agricultura familiar alimenta al mundo. Nadie conoce un sistema de agricultura familiar mejor que un campesino, además, la sabiduría campesina nos ha demostrado que la academia no es el único espacio de construcción de conocimiento y que la soberanía alimentaria mundial depende de la capacidad que desarrollen los campesinos de conocer sus suelos, sus ecosistemas, el desempeño de sus producciones y las preferencias de los consumidores, con pleno conocimiento de esto, la familia Casimiro ha invertido buena parte de sus recursos en investigar su sistema productivo.

En su tesis doctoral Leidy Casimiro se dedicó a generar bases metodológicas para la evaluación de la resiliencia socioecológica en fincas familiares de Cuba, a través de la valorización de multicriterios en agroecosistemas campesinos. Este valioso estudio se realizó durante un período de 20 años en la Finca del Medio, analizando los fenómenos sociales y ecológicos que ocurrieron en la transición agroecológica de la Finca. Hasta el 2001 en la finca se usan fertilizantes químicos, después se hizo un cambio que le costó bastante a la familia, “no teníamos biodigestor, para procesar la estiércol, no tenían una cultura agroecológica y nos vimos bastante enredados esto tiene que ser una transición poco a poco. Con la teoría aquella de lo agroecológico sentí que venía muy a mí, me sentí muy comprometido con esto”.

El resultado de todo este trabajo familiar ha permitido que la Finca del Medio sea un sistema autosostenible, toda la alimentación consumida en la finca es producida ahí y no tiene nada que envidiarle a un restaurante gourmet. En un desayuno normal en la finca te pueden ofrecer un capuchino hecho con la leche recién ordeñada y café de la finca, endulzado con miel de las colmenas de la huerta, con una tortilla española hecha con huevos obtenidos de las gallinas criollas, pan de yuca con harina de yuca hecha en casa y un sorbete de ñame. Prácticamente, la familia no recuerda lo que es comprar comida por fuera de casa, para José hijo eso tiene mucho que ver con el buen estado de salud de la familia.

Por otra parte, el diseño de la casa, único en la provincia sigue los principios de permacultura. Todos los residuos orgánicos de la finca son aprovechados en los cultivos a través de biodigestores. La cena se calienta en un horno eléctrico, el gasto de electricidad es mínimo, la proyección es que en el futuro cercano toda la energía consumida en la Finca sea elaborada en casa.

Queremos tejer redes para dejar de ser “los locos”

Como la mayoría de productores agroecológicos, los Casimiro son considerados los locos del paseo en su entorno, porque en Cimaguey la agroecología no es una práctica común y predominan los monocultivos de tomate. El sueño de José padre es vivir en una comunidad, con más personas que le apuesten a la agroecología, que se sientan parte de un sueño colectivo, “dejar de ser el bicho raro de la idea, además, si todo el mundo está machucando la tierra con tractor, se compacta la tierra y no hay manantiales para nadie. Esta es una forma para compartir con todos porque es muy efectiva”.

La familia sueña con difundir la permacultura en Cuba, multiplicar estas prácticas a lugares donde las tierras no funcionan bien, “dónde haya personas con mente y corazón que sean capaces de demostrar que se puede cultivar hasta en el cemento, en los desiertos”.

Para cerrar queremos agradecer a la familia Casimiro, por su calidez, por hacernos sentir en casa y compartirnos su cotidianidad, su historia nos inspira y nos invita a continuar caminando.