Innovación rural y ciencias sociales: Un laboratorio de experiencias

* Daniel Escobar (Antropólogo – Pontificia Universidad Javeriana)

**Emmanuel Quiroga (Sociólogo – Universidad del Rosario)

¿Qué papel juegan los conocimientos de las comunidades en la innovación en territorios rurales? ¿Cómo generar estrategias de diálogo entre saberes entre citadinos y campesinos para promover el desarrollo rural? A través de un Laboratorio de Co-creación, desarrollado entre mayo y junio de 2019, varios profesionales de distintas disciplinas pusieron a prueba estas preguntas. El proceso generó varios aprendizajes que invitan a romper el estereotipo que asocia al campo con el atraso y cuestiona el rol de los científicos sociales en el desarrollo rural.

Fuente: Emanuel Quiroga y Daniel Escobar.

El Laboratorio de Co-creación Campo-Ciudad fue una iniciativa impulsada por el Centro de Innovación Rural (CIR), un colectivo de emprendedores sociales que promueve una plataforma de participación y aprendizaje que conecta a las comunidades rurales con profesionales de diversos ámbitos para definir problemáticas y crear de manera colaborativa soluciones a los desafíos actuales del campo. El CIR ganó una de las Becas Plataforma Bogotá en Arte, Ciencia y Tecnología 2018- 2019. Cabe recordar que Plataforma Bogotá es un laboratorio de la Línea de arte, ciencia y tecnología adscrito al Instituto Distrital de las Artes – Idartes. Es así como este laboratorio de co-creación convocó el interés de profesionales y técnicos de diversas áreas de las ciencias —sociales, artes, ingenierías como la agronómica, ambiental, forestal y electrónica, y el diseño industrial—, durante los meses de mayo y junio de 2019. Este laboratorio consistió en asumir el reto de desarrollar prototipos de tecnologías apropiadas para el beneficio de una comunidad rural. Para esta ocasión, la comunidad participante hace parte de la vereda el Guavio, ubicada en el municipio de Fusagasugá (Cundinamarca), agrupada bajo la asociación de productores cafeteros De Finca. A continuación, algunas de las reflexiones:

Entre la tradición y la innovación: la experiencia del Laboratorio de Co-Creación

El café es la segunda bebida más consumida en el mundo. El valor del grano para Colombia es crucial: ha sido uno de nuestros productos de exportación por décadas. Sin embargo, en los últimos años han ocurrido varias dificultades para garantizar los precios suficientes para mantener los ingresos de los cafeteros. Es así como la asociación De Finca ha explorado varias alternativas, no sólo para mejorar las características del café para la venta, sino para encontrar alternativas para la alimentación doméstica, aprovechar los excedentes de varios de los cultivos presentes en las fincas, y promover la recuperación de los suelos. 

Fuente: Emanuel Quiroga y Daniel Escobar.

Es así como el Centro de Innovación Rural propuso tres retos de co-creación:

  • Tecnologías sin electrónica y/o tecnologías ancestrales: Se trabajó en el prototipo de máquinas que permitan la transformación y conservación de materias primas. Para ello se desarrolló un deshidratador solar destinado al aprovechamiento de la cáscara, la pulpa y con este proceso, incursionar en la elaboración de  aceites esenciales de frutos cítricos. Este deshidratador también puede usarse para otros productos, como plantas medicinales
  • Tecnologías con electrónica, arduino y datos: Se trabajó en el ajuste de la parte eléctrica y electrónica de la planta de procesamiento de café de la Asociación De Finca. Esta labor consistió en la actualización del control automatizado electrónico de la máquina tostadora de café y mejoramiento de las instalaciones eléctricas de la planta de acuerdo con las normas técnicas vigentes.
  • Biotecnologías o procesos agroecológicos: Se instaló una biofabrica experimental compuesta por un lombricultivo, un lugar para la producción de abonos líquidos y un espacio (camas-huertas) para compostaje. En dicha biofábrica se espera facilitar la elaboración de fertilizantes ecológicos para la recuperación de suelos y preparación de abonos orgánicos, con el propósito último de fortalecer la producción orgánica en las fincas de la asociación.

Durante el periodo de trabajo articulamos los aportes de varias disciplinas (ciencias sociales, ciencias ambientales, arte, diseño), con el fin de generar un diálogo con los saberes, experiencias y expectativas de los usuarios finales (en este caso, tres familias de fincas seleccionadas). Durante el trabajo inicial de reconocimiento y la implementación de los prototipos tuvimos la oportunidad de conocer el paisaje, compartir sus anécdotas, trabajar juntos, identificar problemas concretos y usar los recursos e inventiva local para resolverlos. Las historias de innovación de personas como don Franklin, doña Silvia, don Julio, y los demás miembros de De Finca,  son un testimonio del potencial de innovación del campo colombiano. Personas cuyas dinámicas cotidianas con los cultivos de café o el tratamiento de los residuos orgánicos les sembró la inquietud en explorar temas como la agroecología, la asociatividad y la producción circular.

Dentro de los aprendizajes obtenidos del Laboratorio de Co-creación fue la oportunidad de romper las brechas de saberes entre campo y ciudad, a través de espacios de diálogo, planeación conjunta y trabajo compartido. La dinámica misma de la actividad traspasó la ideación, construcción y puesta a punto de los prototipos. Más allá de esto, logramos efectivamente un encuentro de talentos urbanos y del campo. Esto también nos permitió reconocer el diálogo presente entre la tradición campesina y las apuestas creativas de innovadores rurales, como don Franklin. Cuando nos hablaba sobre su máquina tostadora de café, nos decía: «Esta máquina se convirtió en mi herramienta porque con ella he aprendido». La tostadora ha sido construida pieza por pieza, y ha sido puesto a punto gracias a la reunión de los conocimientos técnicos y empíricos de don Franklin sobre el proceso de tostión del café. Ello nos lleva a pensar la relevancia de estos innovadores rurales, así como la necesidad de generar intercambios de saberes y trabajo práctico en las propias comunidades donde se demandan los procesos de innovación.

Apuntes y reflexiones: hacia una ciencia social creativa y crítica

Dentro del Laboratorio de Co-creación, surgieron varias preguntas sobre el aporte de las ciencias sociales a la innovación rural. Durante un momento en el que los participantes del laboratorio y habitantes de Guavio Alto pudimos compartir un canelazo (bebida que combina agua de panela con un poco de aguardiente o ron) y una fogata a la luz de la luna, abrimos el espacio para comentar cómo había sido nuestra experiencia. Cada miembro del laboratorio tenía una experiencia en trabajo con comunidades rurales, como artistas, diseñadores, ingenieros, arquitectos. Así que comentaban el aporte del trabajo con la asociación De Finca, y los aprendizajes que rescataban de dicha experiencia. Daniel y yo estábamos allí también reunidos. Antropólogo y sociólogo, en lados opuestos del círculo, pensábamos cómo las ciencias sociales pueden potenciar estas iniciativas. Cuando terminamos la reunión, Daniel se acercó y me dijo: “¿Sabe qué pasa? Que en las ciencias sociales nos enseñan a pensar críticamente, pero no nos enseñan a pensar creativamente”. Esa frase, salida de manera espontánea, terminó haciéndonos reflexionar sobre lo que realizamos en este laboratorio, y de lo que podemos hacer como científicos sociales.

Desde la academia, las entidades del Estado y las organizaciones no gubernamentales, muchos de los científicos sociales nos hemos dedicado a abordar distintas problemáticas, aplicar infinidad de métodos diagnósticos y a promover ejercicios participativos para comprender qué es lo que pasa en la vida de las comunidades. Pero a la hora de generar propuestas y de impulsar la creatividad y la innovación local, nos vemos limitados en nuestra acción. Es allí donde tenemos que reconocer el papel de ingenieros y diseñadores, quienes en su labor de creación de modelos (sean prototipos de máquinas, transformación de productos o esquemas de organización) han apuntado a crear valor agregado en los procesos productivos locales.

Ahora bien, ¿cómo las ciencias sociales pueden aportar al proceso de diseño e innovación rural? ¿Cómo acercarse a estos procesos del lado de las comunidades? Una hipótesis es que la formación universitaria actual enfatiza en la observación y la reflexión de fenómenos estructurales, además de formar en competencias de pensamiento analítico y crítico. Sin embargo, se perciben carencias en la construcción de un enfoque profesional que favorezca el abordaje de problemas concretos, la ideación de alternativas de acción, así como la aplicación —mediante prueba y error— de prototipos técnicos o sociales. Más que abandonar el abordaje de procesos de larga duración temporal (configuraciones territoriales, estructuras económicas, dinámicas identitarias), urge promover ciclos de diseño concretos, con soluciones inmediatas a necesidades sentidas de las personas. Pero como se ha visto más arriba, estas soluciones deben ser el resultado de un diálogo abierto entre comunidades y los profesionales en ciencias sociales, que recuperen las expectativas y las experiencias de los propios interesados en los proyectos de innovación rural.

Diseño y ciencias sociales: un camino por recorrer

La innovación rural formulada en espacios como el Laboratorio de Co-creación Campo-Ciudad fue la oportunidad de romper las brechas de saberes, a través de espacios de diálogo, planeación conjunta y trabajo compartido. En este escenario se plantearon dos reflexiones acerca de la innovación rural. Una, que identifica la vocación creativa de personajes excepcionales de la vida campesina, entendiendo que esta experiencia cuestiona los estereotipos de atraso tecnológico asociado a los campesinos. Y otra, que llama la atención sobre la labor del científico social en estos escenarios de co-creación y a su vez cuestiona procesos de formación disciplinar como antropólogos, sociólogos y afines. Para sintetizar estas enseñanzas, nos resta decir que debemos repensar las perspectivas clásicas, las cuales plantean que las transformaciones sociales se hacen realidad a través de un trabajo de largo plazo. Pero con estos aprendizajes brindados desde el diseño y la innovación, parece abrirse un nuevo panorama para promover procesos de transición más cortos: las soluciones creativas a problemas concretos son la antesala para potenciar las capacidades de las comunidades rurales y generar valor agregado a los procesos productivos y de transformación a nivel local.

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*Daniel R Escobar Vera. Antropólogo de la Pontificia Universidad Javeriana. Participante del Semillero de Investigaciones Interdisciplinarias en Cultura y Naturaleza, SIICUNA, de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUJ. Con experiencia en trabajo comunitario en zonas rurales asociados al análisis de las dinámicas socioambientales. Participante de los procesos de construcción políticas sectoriales (MADS y MADR) alrededor del ecosistema páramo. fraxdan@gmail.com

**Emmanuel Quiroga Rendón, Mg. En Estudios Sociales, miembro de la Red Latinoamericana Interinstitucional Potenciando las Juventudes Rurales. Docente e investigador con trabajo con comunidades rurales y juventudes quirogar4@gmail.com

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