¿Sin carne ni lácteos? ¡Más fácil de lo que creí!

En esta edición de 3colibrís, tenemos el placer de compartir un artículo de nuestra autora invitada Estefanía Zárate Angarita @ZarAngarita

“Con las dietas actuales y las prácticas de producción, la alimentación de 7.6 mil millones de personas está degradando la tierra y los ecosistemas acuáticos, agotando los recursos hídricos e impulsando el cambio climático.” Esa es la inminente conclusión de los investigadores de la Universidad de Oxford y el Instituto Suizo de Investigación Agrícola.

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Fuente: Estefanía Zárate.

Por cosas de la vida, en Julio de este año resulté pasando una temporada en la casa de una familia vegana en Dinamarca. Durante la mejor época del año, cuando el invierno danés es apenas una ilusión pasajera, el sol ilumina el cielo desde bien temprano en la mañana y casi hasta la medianoche. En el verano, la temperatura bordea los 30 grados celsius y las plantas se desquitan por no poder florecer el resto del año.

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Fuente: Estefanía Zárate.

Es por esto que muchas familias danesas que viven en el campo esperan con ansias los meses de junio, julio y agosto, cuando sus jardines por fin están al máximo. Si hay espacio suficiente en el patio, de seguro hay un invernadero para tomates, pepinos, calabazas, pimentones y otras verduras que necesitan calorcito para prosperar.

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Fuente: Estefanía Zárate.

Durante las tres semanas que viví en el carro casa (o “la nave espacial”, como a mi papá le gusta llamarlo) empotrado en el jardín de Grethe, Benjamin y David, aprendí tanto de crecer una huerta como de comer delicioso con lo que de allí se cosecha. Y es que nada más satisfactorio que salir al jardín y sacar de la tierra unas cuantas zanahorias, unas ramas de cebolla larga, un par de tomates y hasta algunas hojas de tomillo que irán derecho al plato.

Pero más allá del origen de las verduras – que bien pueden ser de la huerta en el patio, de la plaza o del supermercado – lo que más me sorprendió fue la variedad en la mesa. Creo que uno de los principales mitos que tenemos en la cabeza sobre la dieta vegana es que es un montón de ensalada y ya. Me sorprendí al darme cuenta de cuántos sabores me había estado perdiendo por darle prioridad al de la carne… qué delicia una tarta de champiñones portobello o una lasagna de berenjenas bien sabrosa.

Cocinar vegano es fácil y no es caro. Hay que empezar por ahí. Cara la carne, y bien cara que nos está saliendo a largo plazo. Esta semana he leído en varios medios internacionales los resultados de un estudio gigante publicado en una revista científica que analizó datos de casi 40,000 fincas en 119 países, productoras de 40 alimentos que representan el 90% de lo que se come en el mundo. La conclusión llegó a los titulares: evitar comer carne y productos lácteos es la forma más sencilla y más fácil de reducir los efectos del cambio climático. Y si bien es cierto que las grandes corporaciones tienen su parte de responsabilidad, el planeta es de todos… ¿o no?

La carne fácilmente se reemplaza por todo tipo de granos, y todo lo que se puede hacer con ellos. Hamburguesas de lentejas, hummus o pasta de garbanzos, fríjoles refritos. La mantequilla por margarina de origen vegetal para el pan o por aceite de coco para cocinar, que por cierto le añade el sabor a la receta. La leche de vaca por leche de soya o leche de almendras, que ahora viene en diferentes sabores, achocolatada o con vainilla. Ya si quiere ir 100% vegano también hay muchos sustitutos para el huevo, el queso, la crema de leche y por supuesto miles de fuentes de proteína en la familia de las semillas y los hongos, por ejemplo.

Desde que viví en la “nave espacial” en el verano dejé de comprar carne y productos lácteos. Fue mucho más fácil de lo que pensaba. No soy 100% vegana y reconozco que uno de los principales retos de los veganos es comer fuera de casa, pero eso también está cambiando. Hace un par de semanas estuve en Varzovia, la capital de Polonia, donde todos los platos tradicionales llevan carne. Para mi sorpresa, en cada lugar que visité encontré un restaurante vegano. ¿Entonces por qué no en Colombia?

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Fuente: Estefanía Zárate.

Por qué no en Colombia si además tenemos tantísima variedad de legumbres, hortalizas, tubérculos… vieran la lucha para conseguir una yuca o un plátano por acá. ¡La lucha y el precio! Y ni hablar de aguacates o frutas “exóticas”. Vaya Usted y encuentre una guanábana o una curuba. ¡Qué van a saber por acá de ñame o mangostinos! En cambio basta con visitar una plaza de mercado en cualquier ciudad o pueblo de Colombia para imaginarse toda clase de platos deliciosos, sin carne.

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Fuente: Estefanía Zárate.

Eso de “qué planeta queremos dejarle a nuestros hijos” es cosa del pasado. Lo de hoy es en qué planeta queremos vivir nosotros mismos. Aprovechemos los recursos que nos ofrece la naturaleza pero de manera inteligente, ya que nos vanagloriamos de ser los seres más inteligentes del mundo animal. Lo invito a que la próxima vez que vaya a hacer mercado, por el puro ejercicio mental, evite la carne y los lácteos… y me cuenta.   

Si tienes una historia que contar sobre agricultura campesina, familiar y comunitaria o agroecología ¡Queremos conocerte! 

2 respuestas a «¿Sin carne ni lácteos? ¡Más fácil de lo que creí!»

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