En las últimas semanas, algunos amigos cercanos me han preguntado mi opinión sobre que va a pasar con el campo con el nuevo presidente colombiano. Quiero compartir mis impresiones personales, porque quizá ustedes también tengan la misma pregunta, antes de responder esta pregunta me atrevo a contarles ¿Qué está pasando con el campo colombiano?.
Sin realizar una revisión exhaustiva en la historia rural del país, quiero poner cómo punto de partida el año 2013, cuándo se gestó el paro agrario más grande de la historia reciente de Colombia. Mientras en La Habana desde 2012 se venía hablando de Reforma Rural Integral, el gobierno de Santos propuso un paquete de políticas agrarias que defendían la producción foránea, por encima de la local, (nada nuevo en nuestra historia económica) poniendo en una situación de desventaja a agricultores (grandes y pequeños) que producen con las uñas, con pésimas condiciones de infraestructura, con altos costos de transporte, sin subsidios en caso de pérdidas de cosecha, con cadenas de intermediación en las que el margen de ganancia del productor es mínimo.

Esta situación, condujo a campesinos, gremios agrícolas, indígenas, afros, estudiantes y ciudadanos de a pie a salir a las calles, con un pliego de peticiones, muchos días, muchas vidas después, nacieron dos grandes vertientes de movimientos sociales, la Cumbre Agrario y Dignidades Agropecuarias (si la de César Pachón), cada una se sentó a negociar con el Gobierno colombiano. Obteniendo recursos importantes que por la incapacidad de gestión y podría decir que falta de voluntad política no se han ejecutado cómo debería. Todo esto, mientas los Diálogos de Paz seguían avanzando. En 2014, se pacta crear el programa de Agricultura Campesina y Familiar, llegan nuevos actores a la mesa, como la Red Nacional de Agricultura Campesina y Familiar, que está haciendo cosas preciosas para que productores y consumidores nos encontremos en Colombia.
Con el programa se pacta crear una Mesa Técnica para establecer un nuevo marco político para la agricultura campesina, familiar y comunitaria ACFC, que en 2017 dió nacimiento a la resolución 464 de Diciembre de 2017 que dicta todos los lineamientos para garantizar la continuidad de la ACFC, que toca temas centrales cómo juventud rural, mujeres, circuitos cortos de comercialización, agroecología, entre otros. Este es un logro político enorme, sin embargo, hasta que la resolución no se convierta en ley su cumplimiento en el país es optativo. No obstante, organizaciones sociales y organismos de cooperación nacional que tienen presencia en el país andino se están acogiendo a esta resolución y sugiriendo su implementación a instituciones locales.

Mientras todo esto sucedía, a finales de 2016 e inicios de 2017 inició la ejecución de los Acuerdos de Paz, que en su primer punto: Reforma Rural Integral, uno de los más polémicos, porque sugerían modificar la estructura tributaria rural, es decir que si usted es dueño de 1000 hectáreas deje de pagar los mismos impuestos que las personas que tienen una hectárea porque esto promueve la inequidad y la concentración violenta de tierras, si yo pago los mismos impuesto por una o un millón de hectáreas no voy a tener problemas en querer acaparar más tierra, así la deje ociosa, para hacer la historia corta, nos dejamos embolatar con la ideología de género y nos cambiaron ese tema tan fundamental para la paz en las regiones. Pero bueno, siguió la implementación de los Acuerdos, con todo un marco institucional que ya está transformando la ruralidad colombiana, nace el PNIS el Programa Nacional Integral de Sustitución, los Programas de Desarrollo Territorial, entre un amplio marco político para descentralizar al aprovechamiento de la Colombia rural. El meollo del asunto es lograr que el marco legal se haga real, tenemos vías de hecho y de derecho para defender la ACFC.

Ahora sí, ¿Qué va a pasar con el nuevo presidente?Temas centrales cómo la distribución de la cartera ministerial tendrán sus reveces, asuntos tan neurálgicos cómo la erradicación manual de cultivos ilícitos también tendrá sus reveces, vuelve la militarización del campo, vuelve el glifosato al campo, la agroindustria y la minería serán prioritarias en la agenda pública, existirán más trabas para implementar los Acuerdos de Paz, pero dificílmente, se dejarán de implementar. Estos 4 años serán de constante negociación, tire y afloje entre el Gobierno y los movimientos sociales, que no descansarán frente a todos los logros políticos obtenidos en los últimos años.
Qué a los tomadores de decisiones no se les olvide que todo movimiento tiene un contra movimiento, cuánto más aprienten con políticas inequitativas, más motivos tenemos para encontrarnos, organizarnos, informarnos, difundir y exigir por la defensa que es de todos, lo más inteligente para lo tomadores de decisiones es ser prudentes, empáticos y escuchar a sus ciudadanos, la consulta anticorrupción, pase pase lo que pase este 26 de agosto es un hito para nuestro país, estamos en un momento único de nuestra historia agraria, estamos recordando que somos semilla y que cada vida apagada antes de tiempo por la violencia nos duele.
Es el momento de que los líderes de los movimientos sociales dejen a un lado sus egos, porque lo que está de fondo es más grande que nuestra vida misma, es nuestro territorio. También, es importante que los ciudadanos de a pie nos involucremos en este contexto, usted el colombiano que está jarto de que en los aeropuertos del mundo lo pongan a un lado por preceder de un narco país, porque si las personas no pueden vivir dignamente en el campo optarán por irse a las ciudades o involucrarse en las economías del narcotráfico, o usted el ciudadano que quiere poner sus granito de arena para construir un país mejor, hay mucho por hacer, enredados hacemos más. Comience por preguntarse por el origen de sus alimentos, por conocer sus país, por vivir su país, váyase al campo y pregunte a un agricultor cómo es un día de su vida. Nosotros elegimos nacer colombianos, honremos cada día de nuestras vidas esta preciosa elección.
Para el campo la paz y para la guerra nada.

Una respuesta a «Colombia. ¿Qué va a pasar con el campo con Duque?»