Por: Laura Sofía Morales Alvarado [1]
Con unos días en el municipio de Carmen de Carupa, ubicado en la región de Ubaté al norte del departamento de Cundinamarca, tuvimos la oportunidad de conocer más de cerca la situación de los campesinos en Colombia. Es claro que la problemática que allí se vive no es igual en todo el territorio colombiano, pero si se fundamenta bajo las mismas bases caracterizadas por la falta de eficiencia, responsabilidad social y ambiental del Estado. Es por ello, que a continuación narraré la lucha de los campesinos por defender su territorio, el páramo, y sus prácticas tradicionales de cultivo.
Carmen de Carupa es un municipio de vocación agrícola, siendo uno de los principales municipios productores de tubérculos en el país. En la actualidad los cultivos que más se siembran son la papa y la quinua. Este último ha reemplazado otros cultivos tradicionales de la zona como la cebada, ya que la producción se vio afectada por los Tratados de Libre Comercio (TLC) y otros factores. Respecto a la papa, se siembra gran variedad de ésta, entre las que encontramos: Tocarreña, Unica, R12, Superior, Criolla Amarilla, entre otras. En el último trimestre estos cultivos no han logrado las mejores cosechas debido a una amenaza latente en el municipio que corresponde al cambio climático. De acuerdo con los campesinos entrevistados, en el presente están enfrentando una temporada de sequía, debido al Fenómeno del Niño.
Es esta población campesina es la más afectada por las problemáticas centrales de Carmen de Carupa: el cambio climático y la mala gestión gubernamental. El municipio se compone principalmente por campesinos y en menor número por la población que vive en la cabecera municipal y que no practica actividades propias del campesinado. La población del municipio se caracteriza por ser personas emprendedoras, activas, humildes, solidarias y muy amables. Asimismo, cabe resaltar la movilización y empoderamiento por parte de esta población para defender su territorio.
Lo anterior es producto en parte, del sentido de pertenencia y arraigo que tienen con su territorio y en parte, producto de los lazos familiares que han construido entorno al municipio. Ese proceso de empoderamiento se basa en la organización social de los campesinos y sus relaciones con otros movimientos, muchos de los cuales han sido liderados por la señora Rosa Rodríguez de quien hablaremos más adelante.
En ese orden de cosas, iniciemos por describir la oportunidad que tuvimos de conocer la problemática en Carmen de Carupa. Todo inició con nuestra llegada al municipio el sábado 28 de octubre en la mañana. Iniciamos con un corto recorrido por el pueblo y nos encontramos con el primer líder social: Danilo, funcionario de la Unidades Municipales de Asistencia Técnica Agropecuaria (UMATA), quien nos guió a la primera finca que conoceríamos. Allí se encontraban cuatro campesinos recogiendo papa: Jorge, Nelson, Oliver y Juan Pablo, quienes nos informaron de las problemáticas generales del municipio.
De acuerdo con sus relatos, el cambio climático no les permitió tener una buena cosecha lo que influye en sus ganancias y en la oferta de trabajo. Sin embargo, para esta ocasión están trabajando más por colaborar a un “compadre”, quien les paga alrededor de treinta mil pesos el jornal (por día). Además, nos explicaron que otra metodología de pago consiste en fijar un monto al costal y de acuerdo al número de costales que logre recoger se paga una cifra determinada. A partir de lo anterior, es posible evidenciar los lazos de familia y amistad que construye la comunidad campesina, los cuales son mucho más fuertes que los que se construyen en otros espacios.
Después de visitar esta finca regresamos al pueblo, donde almorzamos para retomar con nuestro recorrido. Continuamos entonces con nuestra siguiente parada: un cultivo de quinua ubicado en una finca lechera. Durante el recorrido para llegar a la finca observamos el área donde se realiza la extracción de gravilla. Una actividad que ha desembocado en varios problemas ambientales, los cuales afectan el bienestar de la comunidad. Ya en la finca conocimos a una hermosa pareja: Robert y María Isabel, quienes decidieron cambiar el cultivo de papa por la quinua; además, cuentan con ganado para la producción de leche.
Es interesante conocer que sus actividades no solo se basan en la agricultura y la ganadería, sino también llevan a cabo otras actividades económicas. Por ejemplo, en el caso de Robert, él arregla electrodomésticos; respecto a la señora María, ella es una activa participante de la asociación Aso-Procampo. Esta asociación se enfoca en el mutuo apoyo entre cultivadores de quinua, nació producto de un taller ofrecido por el Sena. La asociación a su vez busca capacitar a la población, especialmente a las mujeres, para la elaboración de productos a base de quínoa. Para conocer el proceso de cultivo contamos con el acompañamiento de Álvaro Castro, fiscal de la asociación. De acuerdo con él, antes de sembrar es necesario que la tierra este “polvosita”, el proceso continúa con el riego de la semilla y alrededor de siete meses después es posible iniciar la recolección, el proceso continúa dejando las semillas en una cuna para iniciar un proceso de secado.

En ambos lugares tuvimos la oportunidad de realizar las actividades cotidianas, lo cual fue una excelente experiencia para conocer y entender la vida de los campesinos. Esta experiencia nos llevó a una práctica más allá de lo académico, un poco más práctico y nos permitió comprender la situación que están viviendo los campesinos y campesinas que tuvimos la oportunidad de conocer.
En la primera finca varios de nosotros estuvimos recogiendo papas, con no muy buenos resultados, pero sí nos permitió acercarnos más a los campesinos. En la segunda finca, a pesar del clima frío y lluvioso se nos permitió ordeñar a las vacas. Por esta misma razón, el mal tiempo, tuvimos que resguardarnos de la lluvia en la casa de don Robert; allí pudimos acercarnos un poco más a esta pareja y conocer más acerca la problemática con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), respecto a las prácticas de agricultura prohibidas en los páramos y todo el proceso que han tenido que enfrentar.
El día domingo consistió en una serie de charlas para conocer más afondo, y de la mano de sus protagonistas, el proceso de empoderamiento y la movilización de los campesinos, no solo de Carmen de Carupa, sino también provenientes de otros lugares del país frente a la mala gestión gubernamental que ha provocado el deterioro del campo, olvidando la vocación de nuestro país.
En primer lugar, Don Jairo, ingeniero agrónomo, expuso la estrategia y/o plan que los campesinos de Carmen de Carupa han gestionado frente al Acuerdo 022 de la CAR, el cual les quita el título de propietarios y la posibilidad de seguir cultivando. Este consiste en dejar el 30% de la propiedad para la conservación del páramo o “devolver a la naturaleza”.
En segundo lugar, habló doña Rosa, una líder social de Dignidad Agropecuaria Nacional, quien ha estado enfrente de esta problemática e incluso hizo parte del paro campesino del 2013. Ella hizo énfasis en cómo la población se ha visto afectada por las malas decisiones gubernamentales y por la presencia de minería en el municipio. En el primero de los casos, narró como uno de los habitantes se vio obligado a desplazarse del municipio y dejar su propiedad, debido a una multa impuesta por la CAR, a causa de que continuó cultivando a pesar del fallo que lo prohíbe. En el segundo caso, informó que la comunidad ha presentado problemas con el suministro de agua, producto de la contaminación de fuentes que surten el acueducto municipal por la actividad minera del lugar.
En tercer lugar, otra representante de Dignidad Agropecuaria, Tatiana nos habló de este movimiento social, el cual a diferencia de otros, no apoyan el uso de la violencia como forma de protesta. Este grupo nace del paro agrario del 2013 y busca asociar la producción de diferentes cultivos. Además, hace un fuerte énfasis en la protección de la producción nacional y en la soberanía alimentaria.
Pero, ¿cuál ha sido la raíz de esta situación que atraviesa el municipio? Es posible señalar que el momento de inicio de la aprobación e implementación de los TLC, en la década de los noventa. A partir de este momento los cultivos que sembraban, en Carmen de Carupa, se vieron afectados hasta el punto que debieron reemplazar el cultivo de cebada y otros cereales por otros productos. Posteriormente, la aprobación de otros tratados también ha deteriorado las condiciones en torno a la agricultura. Sumado a lo anterior, las ayudas o el apoyo que ofrece el gobierno son pocas e ineficientes. Por ejemplo, don Robert y doña María, nos cuentan que no existe apoyo para fomentar la producción de leche. En el mercado general, una bolsa de leche se vende por encima de los dos mil pesos; sin embargo, ellos solo reciben setecientos o máximo mil pesos por un litro de leche.
Sus problemas se agravaron con el acuerdo 022 expedido por la CAR en el 2009, por el cual se regulan las actividades en los páramos: prohibiendo entonces la agricultura y la aprobación de títulos mineros en estos lugares, a excepción de los títulos aprobados hasta el 2010. Es entonces cuando los campesinos además de ser “expropiados” de sus propiedades, ya que estas pasan a titulación de la CAR, sufren las consecuencias ambientales de la extracción de gravilla, en la cual se utiliza el agua proveniente de los páramos provocando problemas en relación al abastecimiento de este servicio con la comunidad. La extracción de gravilla a pesar de ser una actividad minera y producir consecuencias negativas a nivel ambiental y social continúa activa en la zona.
Es claro que ante un acuerdo de este tipo es necesario que se propongan alternativas de solución a la problemática. A pesar de que éstas existen son ineficientes, lo que evidencia que la gestión por parte de las autoridades ambientales del país es tan erróneo que en etapas de diagnóstico, base para la formulación de proyectos, no identifican y caracterizan a la población que van afectar. Por ejemplo, se propone pagos por servicios ambientales que consiste en dar una contribución económica por la preservación de ecosistemas; sin embargo, este no alcanza a cubrir el pago de las obligaciones económicas de los campesinos.

Respecto a lo anterior, la población no se ha quedado expectante; por el contrario, se han movilizado e implementado mecanismos de participación ciudadana para la protección del medio ambiente; como es el caso de las tutelas. Impulsadas principalmente por doña Rosa, quien muy emocionada nos afirma que es fundamental empoderar al pueblo para que sea el encargado de tomar las riendas de este país. Más aún, ante un modelo de desarrollo impuesto que no ha incluido a la población en su formulación y, por tanto, genera problemáticas y/o conflictos con esta.
Es importante resaltar que durante todo este proceso y en programas de soberanía alimentaria o enfocados a una agricultura sostenible han recibido el apoyo constante del alcalde del municipio. Sumado a toda esta situación, la población ha sido señalada de “depredadores del páramo”, un aspecto que los ha afectado emocionalmente. Doña María señala que ellos no son depredadores, sus prácticas de cultivo son sostenibles: no hacen uso de pesticidas con alto concentrados de químicos y saben respetar determinados elementos ambientales producto de prácticas tradicionales heredadas de sus ancestros.
En el 2015, doña Rosa y doña María, junto con otros líderes campesinos, viajaron hasta Bogotá, a las instalaciones de la CAR, para hablar ante esta autoridad ambiental sobre las consecuencias que ha traído el acuerdo 022 del 2014. Los resultados que obtuvieron de esta visita no fueron los esperados: las directrices demostraron desinterés constante. Una muestra más de la mala gestión y la falta de legitimidad respecto a las decisiones tomadas por parte de las autoridades ambientales. Esta gestión apática agrava aún más las problemáticas de la comunidad en Carmen de Carupa, es por ello que se vuelve aún más imperativo continuar con los procesos de empoderamiento, movilización social y con la visión de que es el mejor camino para no solo proteger el territorio de la comunidad de Carmen de Carupa sino también de todos los colombianos.
Además de la movilización de los campesinos, es pertinente resaltar la labor de las mujeres en todo este proceso. Por las historias y los líderes que nos acompañaron es posible identificar una fuerte presencia de mujeres campesinas, que no solo participan de la movilización, ellas han sido las representantes y líderes de todo el proceso. Son quienes se acercan a otros campesinos y los motivan a ser parte de la asociación y de sus movimientos. Doña María y doña Rosa representan mujeres empoderadas que transforman las nociones generales respecto a los roles de género que se tienen del campo, en el que es el hombre quien lo trabaja y lo defiende para las problemáticas como la tratada en el presente texto, gracias a que son mujeres activas, líderes y trabajadoras de la tierra.
Por último, es necesario mencionar que los páramos no solo son de interés local. Colombia es el país con mayor número de páramos en el mundo. Además, son estos ecosistemas los que proveen el recurso hídrico a varios de los asentamientos humanos del país. De igual forma, cabe mencionar que estos ecosistemas son de gran biodiversidad; así mismo, son uno de los principales captadores de carbono. Por lo anterior, la movilización de los campesinos y campesinas de Carmen de Carupa no puede considerarse solo en defensa de su territorio, sino también en defensa de un territorio de todos los colombianos. Es por ello, que su movilización es de interés de todos y todas.
[1] Estudiante de quinto semestre de Gestión y Desarrollo Urbanos, Universidad del Rosario
Y encima viene ahora un proyecto eléctrico a atravesar el Páramo de Carupa con torres y líneas de alta tensión de 500Kv.
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UNA GRAN HISTORIA ESCRITA LA REALIDAD DE LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA DE LAS COMUNIDADES PARAMUNAS QUE LUCHAMOS POR NO SER DESALOJADAS DE NUESTRAS CULTURAS Y TIERRAS GRACIAS UNIVERSIDAD DEL ROSARIO Y ALUMNOS QUE ESCRIBIERON ESTA HISTORIA REAL
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