Respuestas comunitarias de abastecimiento en tiempos de coronavirus. [La Red de Familias Quindianas Custodias de Semillas]

Autora: Tania Fuentes.

De acuerdo con la información obtenida del informe de RIMISP sobre el efecto de la pandemia en el abastecimiento de alimentos en Latinoamérica y el Caribe, las grandes ciudades no se han visto perturbadas en cuanto a acceso a alimentos; sin embargo, si se han visto afectadas por el alza y posibles especulaciones de los precios.

El mapa de abastecimiento se comporta de forma diferente según las regiones del país, según el informe de la FAO sobre el abastecimiento en zonas rurales de Colombia, las múltiples afectaciones están relacionadas con el sector productivo y de logística. El incremento de precios de los agroquímicos, en formato de pesticidas o fertilizantes ha tenido un impacto notable en los sectores productivos más dependientes de estos, especialmente en los departamentos de Córdoba, Boyacá y Tolima, por ejemplo.

Así mismo, departamentos como Antioquia y Putumayo han manifestado dificultades en torno al transporte para sacar sus alimentos a la venta. Otras de las problemáticas más denunciadas, de forma general, han estado ligadas con el incremento de los precios, y la falta de disponibilidad de algunos alimentos, así como el desplazamiento de jornaleros y mano de obra rural.

Si bien suele considerarse inelástica la demanda de alimentos en relación con los ingresos, lo cierto es que suceden cambios cualitativos en esta demanda, al haber una contracción de los presupuestos familiares, es bastante probable que se opten por alimentos más baratos o de menor calidad. Paralelo a esta situación, existe una preocupación creciente acerca de la forma en cómo nos alimentamos y cómo los alimentos orgánicos y agroecológicos terminan siendo una respuesta de alimentación saludable y de sistemas inmunológicos fuertes en este panorama de COVID-19.

Desde la RIMISP, se observa que buena parte de los gobiernos de América Latina y el Caribe tienen preocupaciones por posibles choques que generen efectos en el abastecimiento de alimentos, pero existe la tranquilidad de que los mercados de la región cuentan con alimentos suficientes para asegurar el abastecimiento durante la actual crisis generada.

A pesar de que en muchos sectores del país ya existía un problema de inseguridad alimentaria en la situación actual se han recrudecido, profundizando así las brechas de desigualdad social y económica.

Frente a este escenario general, desde 3 Colibrís estamos interesados en escuchar las voces de todos aquellos entramados comunitarios y organizativos en torno a la soberanía alimentaria; así como conocer también sus estrategias e innovaciones en relación con el abastecimiento alimentario.

En este artículo tuvimos la oportunidad de contar con las voces y los haceres de Antonio Arbelaez y Diana Acevedo, ambos integrantes de la Red de Familias Custodias del Quindío.

¿cómo fue su experiencia a la hora de vincularse a la Red?

Antonio: Yo me leo como un neocampesino, migré de la ciudad hace como veinte años, me ubiqué aquí en una finca cerca de Armenia en el municipio de Circarsia. Tengo una finca de 3 hectáreas, y uno de mis ejes son las semillas. Me he relacionado muy fuerte con la protección de semillas, y en los últimos años con las redes de semillas, con todos estos procesos de conservación, de ubicación de semillas con algunos niveles de amenazas

Desde hace unos años he estado muy ligado a la yuca, porque precisamente recibí un legado de un custodio de Río Sucio, de 43 variedades de Yuca. Entonces a eso me he dedicado este año, a hacerles seguimiento, algunas pruebas, mediciones. A cosechar y a repartir semilla. Pero adicionalmente yuca, plátano, mafafa, y otras cosas de pancoger, café y todo tipo de cositas que se dan en la región.

Diana: El mercado agroecológico lleva funcionando como veinte años, yo me vinculé hace como tres años, todo empezó porque yo me acerqué a ellos para proponerles la compra de algunos de sus productos y yo me encargaba de transformarlos. Ahí fui conociendo más sobre agroecología, sobre semillas, con líderes del mercado o líderes ambientales. Así fui construyendo mi proyecto personal, porque más allá de un oficio es un estilo de vida. Empecé haciendo parte de la logística junto a mis compañeros.

Al punto que ya tengo mi huerta aquí en la ciudad, un pequeño banco de semillas, y estamos siempre en busca de aprender más.

¿Qué otras redes están funcionando ahí en el eje cafetero?

Antonio: Bueno aquí en la región del Quindío, la red se llama Red de Familias Quindianas Custodias de Semillas porque integramos muy a la familia, nos interesa que participen, los niños, los abuelos, las mujeres, los esposos. Y esta red se teje en el eje cafetero, muy relacionados con Risaralda. Y a nivel nacional con la Red de Semillas de Colombia. Y pues en el mercado, que no es una organización formal, pero es una red de productores y consumidores con formato asambleario, allí se toman las decisiones periódicamente.

Adicionalmente al mercado, el uso de las semillas, porque de nada nos serviría hablar de las semillas y hablar de la conservación de las semillas sino ubicamos el uso, partimos de que la semilla que no se usa semilla, se pierde. Al hilo de esto surge una red que llamamos Pan rebelde, y es un grupo de personas, donde nos reunimos periódicamente y hacemos comida con nuestras semillas, con las recetas de las abuelas, con la fusión que llaman hoy los cocineros. Y la Red de Agricultura Familiar, que también pertenecemos ahí. Y con productores que no necesariamente hacen parte del mercado. Las redes son dinámicas, la gente va, vuelve, viene, se pierde, regresa.

Otra red interesante que se ha formado es la de consumidores, nuestro mercado es básicamente de mujeres, de los 90 mercados que se solicitaron la vez pasada, 89 solicitudes eran provenientes de mujeres; porque las mujeres son quienes están posicionadas de la alimentación en las casas.

¿Y el mercado es un lugar fijo de encuentros entre productores y consumidores?

Antonio: El mercado no tiene un lugar fijo, lo hemos rotado, y hace parte de esa diáspora. Precisamente el no contar con un apoyo continuo de instituciones, hemos rotado entre el SENA, en algunas entidades como privadas, en un parque, y últimamente hemos estado en un centro comercial llamado Mokawa.

El de la quincena de marzo ya no se pudo hacer, y la dinámica del mercado fijo está por verse, no sabemos hasta dónde va a lograr este pánico y este problema de encierro. Son muchas las dudas acerca de este tema a mediado plazo. Así mismo, si el mercado deja de funcionar, son muchas las personas que se ven afectadas…

Las mujeres dentro del mercado

Diana: Las mujeres cumplimos un papel fundamental, somos más de ochenta familias del mercado agroecológico donde el 60% somos mujeres. Nos ha ayudado muchísimo a conocernos y a reconocernos. Dejar esa batuta y conceder a las mujeres que podemos liderar y hacer procesos mucho más bonitos. Y pues el aspecto familiar de la red, es súper importante, la agroecología habla de la unión de las personas en el alimento, y de ahí la figura de familia. No es sólo una persona la que siembra, la que está pendiente de regar la matas, del abono, sino que se vuelve en un compartir, donde todos interactuamos y aprendemos.

En tiempos de COVID-19.

Antonio: Por ahora nuestro mercado va a ser virtual. Y está siendo un aprendizaje, hemos hecho dos ya, y pues estamos aprendiendo sobre la marcha. Digamos que la comunicación en la red ha sido más o menos permanente, por whatsapp, por teléfono, pero también de visitarse, de no encerrarse totalmente. El intercambio de semillas continua y pues también tomando algunas medidas de precaución mientras entendemos qué es lo que está pasando.

Se han activado dinámicas virtuales que no se tenían, pagar electrónicamente, por ejemplo. Y de poder adecuarnos a las necesidades.

¿Y en cuánto a la logística, cómo ha funcionado este tema? ¿quién se encarga de llevarlos?

Antonio: Eso ha movido otros liderazgos, por ejemplo, yo no me he movido, pero otra gente si, y eso es lo importante de las redes. Hay personas que si quieren asumir esa responsabilidad y ese riesgo, ese ejercicio presencial. Entonces desde el mercado han surgido estos liderazgos. Se hace un listado de las personas encargadas, de lo que estamos ofertando y se coloca en las redes. La gente hace sus pedidos vía virtual y nosotros desde las fincas despachamos hasta un centro de acopio; hemos pensado incluso en un servicio de mensajería, pero nos cobraban un tanto y se requerían unos pedidos mínimos, entonces en vez de esos ejercicios de terciarización optamos por preguntar en la red del mercado, quienes contaban con trasporte y querían beneficiarse económicamente de esta tarea.

En relación con la infraestructura han surgido dos dificultades, que ya tenemos ubicadas y estamos trabajando en ello.

El centro de acopio

Antonio: No tenemos centro de acopio pese a que tenemos la necesidad de ello, la necesidad también de una tienda presencial. Y pues la administración pública nunca nos ha dado la mano con esas cosas, y eso es bueno, y tiene sus deficiencias. Primero, porque eso nos ha dado total independencia de la alcaldía, de la gobernación, y de las universidades. Por ejemplo, todos los mercados que se hacen en universidades están parados. Nosotros tenemos dinámicas propias, como las cuotas cada vez que hacemos un mercado, una caja menor…

Diana: Nosotros desde que empezó este evento del virus, empezamos a solicitar permisos de la alcaldía para gestionar un espacio de acopio. Se hizo en mi casa, que es como un garaje y lo adaptamos como centro de acopio. La primera vez utilizamos un espacio del centro, y el segundo lo hicimos en mi casa pensando en la comodidad de muchos productores. Fue un éxito, participaron muchos productores y participaron más de doscientos productos. Y muchas personas nos agradecieron por no detener nuestra labor de llevar el mercado a las casas.

Solicitamos también los permisos, y gracias a eso se llevó a cabo lo de los domicilios. Además, de una forma muy educativa enseñamos el cómo hacer, el cómo preparar, el cómo ¡cuidar, de dónde proviene.

¿Cuáles son las amenazas a las dietas frente a los programas de ayuda que proliferan con la pandemia?

Antonio: Nosotros por ejemplo que vivimos el terremoto del 99, que fue un desastre muy grande, nos llevó a pensar la vida también en ese momento, nos llegaban un montón de enlatados, y pues nuestra cultura tampoco es muy de enlatados. Hoy, por ejemplo, hay muchas denuncias de cómo han aprovechado para importar maíz y otras cosas que somos capaces de producir aquí. Ese es el debate…

¿Y cuál es el escenario de futuro?

Antonio: En la última reunión de custodios estuvimos haciendo un análisis bien interesante sobre cambio climático. Y fue una discusión que nos llevó a identificar varias cosas, esto es como una arista de una problemática mayor que se viene. Crisis climática, crisis alimentaria, crisis económica/ financiera, crisis energética y lo resumimos en un criterio.

El sistema civilizatorio tal como está construido está colapsando y hay que prepararse para eso. Entonces lo que va a venir después de esto, es una situación de más crisis entonces tenemos que estar preparados para eso. Se trata de fortalecer las redes, de fortalecer los intercambios para los trueques, para ayudarnos.

Diana: La agroecología es el único camino para construir una alternativa post-covid. Frente a todas estas crisis, y resuelve una parte fundamental de todas ellas.  Y respecto al aumento de la demanda de los alimentos agroecológicos, yo creo que si va a ser sostenido, es lo que la genta está necesitando. Y el pilar de una buena salud, es una buena alimentación. Y creo que la gente se lo está tomando muy en serio ahora.

Fuente: 3Colibrís.

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