Reflexiones preliminares desde la finca sobre cómo la agroecología contribuye a la construcción de paz

Autora Ana Prada.

Como parte de la maestría que estoy realizando en estudios de paz y análisis de conflictos en la Universidad de Queensland, como Rotary Peace Fellow, tengo el gusto de realizar una pasantía sobre un tema de mi interés. Tras una larga búsqueda de un lugar que me permitiera alimentar mi curiosidad de investigar en una finca agroecológica y transformación de conflictos socio-ambientales llegué a Cooktown, Australia, muy cerca de la barrera de coral en Learning from Nature, un proyecto investigativo y productivo liderado por Wendy Seabrook.

En esta entrada de 3Colibrís comparto mis primeras reflexiones luego de pasar una mañana caminando por la finca de 10 hectáreas y cosechando guanábana, zapote blanco y árbol de pan.

Piña sembrada en sombrío en Learning From Nature. Fuente: 3Colibrís.

En lugar de Picachú yo te elijo, agroecología yo te elijo!

Existen mil y una formas de diseñar y crear un sistema productivo bajo practicas sustentables, a la vez que existen un montón de maneras de llamar a estas prácticas agrícolas, está la agricultura biodinámica, la agricultura biointensiva, la permacultura, la agricultura orgánica, la agricultura campesina, la agricultura ecológica, la agroecología, etc. En mi opinión, se parecen mucho a la sociología, existe la sociología de las emergencias, la sociología fenomenológica, la sociología histórica, etc. ninguna es mejor que otra, sencillamente son lentes distintos para abordar una realidad social, son lentes que se pueden complementar. Sin embargo, para esta primera entrada sobre mi estadía investigativa en Learning from Nature, después de un par de nutritivas conversaciones con Wendy hemos decidido conectar la agroecología con la transformación de conflictos socio-ambientales, compartiendo en esta ocasión una muy preliminar reflexión.

Elijo la agroecología como puerta de entrada para conectar con los sistemas agroecológicos, porque sin ser una experta en la praxis agroecológica, me parece que sus principios se pueden adaptar a diversos ecosistemas, a la vez que tienen un sentido político que conecta sistemas sociales y ecológicos desde la mirada de los movimientos sociales, que defienden lo comunitario, de manera bastante resiliente frente a sistemas económicos y políticos modernos-coloniales-capitalistas cada vez nos alejan más y más de lo comunitario.

Guanábana orgánica. Fuente: 3Colibrís.

La apuesta por la biodiversidad como estrategia de consolidación de sistemas agroecológicos resilientes

 Los principios de la agroecología, tomados del artículo “Agroecología: principios y estrategias para diseñar sistemas agrarios sustentables” elaborado por el maestro Miguel Altieri, y con el riesgo de caer en reduccionismos, lo siento si es así, busca alimentar al mundo de manera sustentable, sana y sostenida en el tiempo.

La agroecología se basa en la diversidad de los suelos, los nutrientes que nos alimentan son los mismos que provienen de los suelos, de manera que una dieta saludable para los suelos – libre de agrotóxicos- es equivalente a una dieta saludable para todas las formas de vida que existen en un ecosistema y que se alimentan de la cosecha de esos suelos, de nuevo, estoy simplificando un poco la cuestión porque son millones de organismos y microorganismos que hacen posibles estos procesos agroecológicos, en los que el ser humano no es el centro, es una especie más – un poco predadora- pero, es una especie más de la interacción agroecológica.

La agroecología como práctica le apuesta a la agrobiodiversidad por medio de estrategias que fomentan complementariedades y sinergismos y hacen más resilientes a los sistemas ecológicos. Espero en una próxima entrada ahondar en los principios de agroecología y la manera como promueve la diversidad biológica.

La cosecha del día: Guanábana! Fuente: 3Colibrís.

De la diversidad biológica a la diversidad biocultural para la construcción de paz

Ahora bien, ¿qué pasaría si llevamos está reflexión de la diversidad como mecanismo de consolidación de resiliencia a los sistemas sociales?, reflexionando sobre como las complementariedades y los sinergismos, entre culturas y personas diversas transforman las violencias estructurales, directas y culturales -estoy pensando en términos Galtungianos- en los sistemas sociales.  Qué tal si añadimos a la reflexión de la diversidad biocultural, el componente cultural para analizar cómo la real, profunda integración entre las diversas formas de ver el mundo puede contribuir a la construcción de paz y la transformación de conflictos socioambientales.

No está de más mencionar que, a mi modo de ver, la construcción de paz y la transformación de conflictos debe comenzar a centrarse más en el estudio de conflictos socioambientales, y no solo los sociales cómo lo ha venido haciendo desde que los estudios de paz se consolidaron como disciplina. No solo porque es fundamental restaurar los daños que los conflictos armados y las guerras han generado en los sistemas ecológicos que exacerban el cambio climático en todo el mundo, sino también porque es una cuestión ética, de justicia ambiental con nuestra Pacha Mamita a quién nos debemos, pero esta soy yo pensando en voz alta, sin ninguna intensión de imponer verdades verdaderas.

La diversidad biocultural como concepto, nace de la práctica, de la unión entre movimiento social en academia, particularmente recomiendo leer al profesor Eckart Boege, que explica desde la perspectiva de la antropología rural, la ecología política y manera práctica y concisa como la conservación del patrimonio biocultural puede contribuir a la consolidación de ecosistemas resilientes. En su artículo “Hacia una antropología ambiental para la apropiación social del patrimonio biocultural de los pueblos indígenas en América Latina», Eckart propone que el deterioro de los ecosistemas y la pérdida de la biodiversidad en nivel mundial de relaciona directamente con la extinción de las lenguas y de prácticas culturales ancestrales.

En términos prácticos tiene bastante sentido, las lenguas y las prácticas culturales arraigadas en un territorio son una manifestación del enraizamiento, de la identidad que nos confiere un territorio, en una conexión que se desborda y trasciende el deseo moderno de explotar y dominar la naturaleza. En lugar de eso el territorio se convierte para las comunidades arraigadas en una manifestación de sus identidades, de lo que una vez me explicaron en el macizo colombiano por allá en mi amado Cauca “yo soy con las montañas”, cuándo una persona se concibe como extensión de su territorio estará más predispuesta a conservar y proteger el territorio, a menos de que el sistema económico-político vigente le presione hacia el camino opuesto.

En últimas, todxs somos parte de una misma milpa y en la diversidad nos complementamos. La universalización y estandarización del conocimiento y de las formas de vida nos está convirtiendo en sociedades que resuelven la diferencia – como si la diferencia fuera un problema en sí- por medio de la violencia y nos está llevando a una profunda desconexión de los sistemas ecológicos. Cada vez que triunfa el individualismo en nuestras sociedades, nos alejamos los saberes tradicionales que nos han permitido existir como especie durante miles de años. Parece ser que ha llegado el momento de repensar las praxis en los estudios de paz desde una perspectiva de transformación de conflictos socioambientales, donde la agroecología y la diversidad biocultural tienen bastante que aportar.

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